Aprovechando que este mes fue el día de la madre me gustaría hablar un poco de lo que sería tener bien integrado nuestra madre interna.
En consulta veo mucho cómo vienen mujeres agotadas de cuidar, de dar, de estar para tod@s, de hacer y hacer y que pareciera que nunca es suficiente. Pero, y nosotras, ¿cómo nos cuidamos?
Al comenzar un proceso de desarrollo personal es muy importante recolocar y estar en paz con papa y mama. Así es como podemos dejar de reclamar a los demás aquello que de pequeños no nos pudieron dar. Pero luego nos toca irnos a lo que para mí es una de las partes más importantes de la terapia Gestalt: “la responsabilidad”; responsabilizarnos de nuestras caquitas emocionales es dónde reside la verdadera libertad.
Y una parte muy importante y que en esta sociedad patriarcal no le solemos dar valor, es desarrollar nuestra parte interna maternal, el “automaternaje”: cuando nos abandonamos y dejamos de cuidar es cuando empezamos a reclamar.
El otro día una chica en consulta me decía que ella no paraba y no se sentía valorada por su pareja, que no la cuidaba, que no la quería. Mi devolución fue: hazme una lista con todo lo que valoras de ti. Y buff, lo que parecía que tenía que ser sencillo, el parar y dedicarse 5 minutos a mirarse, se dio cuenta que no sabía ni ella misma valorarse. Entonces me pregunto yo, ¿cómo le reclamamos al otro que nos valore si no sabemos realmente nuestro valor? ¿Qué le pedimos al otro que nos cuide si no sabemos cuidarnos?
Es como ir a comer a un buffet libre sin saber lo que te gusta y lo que no, o te lo zampas todo o directamente no comes nada. Si no sabemos lo que valemos dejamos al otr@ que nos ponga el valor o nos desvalúe a su propio antojo como si de un buffet libre se tratara. Por eso cuando le pasamos la responsabilidad al otr@ nunca nos vamos a saciar.
Y esto va tanto para hombres como para mujeres. Tal como lo veo y trabajo en consulta es algo interno, la energía femenina y masculina reside en tod@s nosotr@s. Pero aún se valora más esa parte de acción, de ambición, de hacer, de saber, de tener, de estrés… que esa energía femenina de cuidado, de autocontención, de sensibilidad, de creatividad… para darme primero a mí y luego poder repartir a los demás.
Este es un peso muy grande también para los hombres que se les inculcó, que no es de machos llorar, que no se pueden derrumbar y menos aún deben necesitar. Y me los veo en consulta buscando a la mama en mujeres que creen que para ser reconocidas les deben hacer de mama.
Y ojo, a mi manera de ver no hay que deshacerse de ninguna de las dos partes, si no integrar las dos polaridades. No es que ahora tengamos que rechazar la acción, lo material, la ambición y el hacer. Sino que es importante como yo lo veo, una frase que a mí me gusta recordarme: “Desde un cuidado hacia mí, hay lugar para todo y todos los demás”.
La figura maternal es la que nos enseña a nutrirnos, a darnos buenos alimentos, que de mayores también se traslada a buenos momentos, buenos amigos, buenos pensamientos… Todo aquello que nos nutre el alma, todo aquello que nos nutre el cuerpo, todo aquello que nos nutre la mente, todo aquello que nutre a nuestro niñ@ interno. ¿Me lo estoy dando? O sea, ¿me estoy alimentando? Porque si no es así debemos sentarnos a reconciliarnos con nuestra madre interna.
Entonces os invito a que repaséis como andáis de automaternaje: ¿Os cuidáis? ¿Os abrazáis? ¿Os cocináis? ¿Os gestáis? ¿Os acariciáis? ¿Os enamoráis? ¿Os perdonáis? ¿Os bailáis? ¿Os amáis?
Montse Martínez
Terapeuta Gestalt