Ara ve Nadal, matarem al Gall, i a la tia Pepa li donarem un tall!
Son unas fechas muy simbólicas para mí y es que el 26 de diciembre es mi cumpleaños, día de “Sant Esteve”. Por una parte, es una putada ya que me ha tocado compartir regalo de Reyes, Navidad y cumpleaños. ¡Y no, no hay derecho! ¡Me reivindico ante ello y animo a los demás capricornianos a que nos manifestemos!
De pequeña me gustaba la Navidad por la ilusión de los regalos, los reyes, el papa Noel…
De adolescente me volvía loca el irme de fiesta hasta altas horas de la mañana…
Hoy veo la Navidad como una oportunidad que nos da la vida cada año para volver a nacer. Navidad = Natividad = Nacimiento.
Es una época de morir, de finalizar un año, de dejar atrás lo bueno y lo malo, de aprender de ello y soltarlo. Pero algo muy importante y se nos olvida es conectar con nuestr@ niñ@ interior. Porque parece que cuando llegamos a adultos se pierde la ilusión de escribir la carta a los Reyes Magos. De charlar con quien algún día fuimos, pero que nunca se fue.
Y es que llega un día en que un “iluminao” nos cuenta que los Reyes Magos no existen y perdemos la inocencia (aunque yo no me lo creo).
¿Y si este año nos preguntamos qué quisimos y qué nunca dijimos? ¿Qué queremos aquí y ahora que se manifiesta durante todo el año con dolor de espalda, problemas digestivos, estrés, insomnio, cansancio, irritabilidad? Todo tipo de señales que nuestro ser ya no sabe cómo gritar y hacerse escuchar.
Hay gente que dice que no le gusta la Navidad y a otra que le encanta. Creo que todos tenemos historias bonitas e historias tristes. Quizá no me trajeron los regalos que esperaba, quizá no podía compartir con mis seres queridos o incluso falleció alguien importante y desde entonces se quedó un vacío.
Me parece curioso que es una época de reflexión, de conectar con nuestra inocencia de niñ@, de dar, pedir y recibir, y nos ponemos hasta el culo de alcohol, comidas copiosas, dulces y todo tipo de “polvorones”. Vamos que evadimos como bien sabemos y nos escapamos por patas.
Y otro temazo: las comidas familiares; me rodeo de familiares y gente que me irrita, que no veo en todo el año. Es que al final sabe más de mi vida la “esteticien” que me quita los pelos que la tía Marcelina la del pueblo.
Lo ideal sería que todo fuera paz y amor, pero seamos realistas, al final me bebo toda la botella de cava para sedarme y no escuchar los mismos chistes malos de cada año del tío Pepe. Porque la Navidad, en ocasiones, se convierte en cumplimientos e hipocresía.
Bueno resumiendo, sé que es mucho pedir, pero “cuidado con los excesos”.
También os recomiendo que antes de llegar a los días “peligrosos” y ya no haya marcha atrás, dedícate un ratito a conectar con tu niñ@ interior, ayúdate de buscar fotos de cuando eras pequeño, de días de Navidad con tu familia, compañeros de colegio e incluso con los Reyes o Papa Noel. Y escribir juntos la carta a los Reyes Magos, con aquello que tanto deseas, eso que nunca te das y tanto necesitas, e incluso cosas materiales que en ocasiones no te compras porque miras por más por los demás que por ti.
Trabajemos la compasión, aquella persona con la que compartes estos días y la sientas cabreada no te pongas a su nivel, dale una muestra de amor, os puedo asegurar que detrás de toda negatividad hay sufrimiento y si tú puedes añadir unos rayitos de luz en la vida de alguien es lo mejor que puedes hacer por ti y por él. Pero no aguantes toda situación que te supere, retírate: lo primero es tu paz y bienestar interior. Sé honesto contigo y con los demás, tú decides con quien y como compartes. No te olvides de ti por complacer a los demás.
Ups… me leo y parece que estoy dando las pautas de la DGT, ja ja ja. (bromas aparte). Una última pregunta: ¿En qué momento dejaste de tener fe? ¡Feliz Navidad! Bon Nadal!
Montse Martínez
Terapeuta Gestalt
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