Todos somos seres espirituales, aunque algunos nos hemos olvidado. Últimamente observo mucho que esto del ser espiritual se está sacando de contexto y nos lo tomamos como una exigencia, como el mayor “postureo” y además se saca tajada de ello.
Durante mucho tiempo yo me compliqué mucho la vida. Y a día de hoy en consulta me encuentro a gente que también se la complica. Lee mucho sobre crecimiento personal de aquí y de allá buscando desesperadamente, y en esta búsqueda se encuentran frases como conecta con tu interior, tú eres luz, y me dicen: “¿Qué ostias quiere decir eso?” Si no sé ni por dónde empezar.
Y es que en ocasiones estamos tan perdidos que leer y buscar tanto se vuelve más contraproducente que sanador. Llega un punto que esto llega a producir angustia, por lo tanto, no se disfruta y pienso que el camino de autoconocimiento en ocasiones puede ser incómodo, pero sobretodo hay que disfrutar de él.
Creo que incluso nos estamos “des-espiritualizando” con tanta parafernalia.
Tras mi experiencia, cada vez percibo más que las personas más espirituales viven en el anonimato. No se disfrazan ni lo predican a los cuatro vientos y aun así brillan simplemente por su presencia.
A veces nos pensamos que, por ir vestido de pantalones anchos de lino, llevar colgado el rosario, ser el más “yogui”, cantar con plumas, ser “vegano”, conocerse todas las técnicas energéticas habidas y por haber, etcétera, significa ser más espiritual. Y en mi opinión no es así, quizá el vecino “normal” que ves cada mañana y miras por encima del hombro, tiene unos valores más espirituales que todo aquel que se cree “iluminado”.
Para mí la espiritualidad es “ser”. Simplemente estar en concordancia con lo que sientes, piensas y haces, respetarte a ti por encima de todo, cambiar la culpa por la responsabilidad, entregarte al servicio y devolver a la vida lo que tanto te da, confiar y tener fe.
El concepto de “fe” yo lo vivo como que hay algo superior a uno mismo que rige por encima de todos nosotros, y enseña a soltar las riendas, porque hay ocasiones en la vida que no podemos cambiar las situaciones y solamente queda la aceptación. Y esto nos ayuda a vivir en el aquí y el ahora y dejar de anclarnos a dolores pasados o sufrir por futuros imaginarios. También añadiría “amarse por encima de todo”, porque cuando estás bien contigo puedes dar al otro. Y es que Jesús dijo: “Ama al prójimo como a ti mismo”, pero nos olvidamos del a ti mismo y lo hicimos al revés. Importante practicar el compartir, la comunidad. Somos seres sociales y necesitamos del “con-tacto”.
Y este tema me dio que pensar, que si retrocedemos unos años atrás cuando nuestros abuelos tenían oficios que les hacían permanecer en presencia en el aquí y ahora, por ejemplo, separar el trigo de la paja, sacar las malas hierbas, arar el campo, recoger aceitunas, trabajar el esparto, etcétera, eso era meditación pura y dura. Había una cultura de compartir con vecinos, se ayudaban más los unos a los otros, no había tanto materialismo y se practicaba “el trueque”. Solían ir todos a misa, (aunque creo que la iglesia ha prostituido el cristianismo, ese es otro tema) era muy común practicar la fe. A mi parecer son conceptos muy espirituales y venían de serie.
Creo que los avances nos han hecho crecer mucho, pero como todo en esta vida, cuando se abusa de algo lleva a la destrucción, y efectivamente para mí nos ha llevado en ocasiones a la “desconexión”.
¡Ojoooo! Soy la primera que hace yoga, medita, canta mantras y lo que me echen, pero os puedo asegurar que es todo más sencillo. Si para ti el meditar u otra práctica la vives desde una exigencia y te está provocando más estrés, quizá ese no es tu camino, busca tu manera pero no te ancles a algo por moda, porque lo importante es respetarte y a veces es peor el remedio que la enfermedad.
Montse Martínez
Terapeuta Gestalt
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