Espero que estéis todos bien. Diría mil cosas y a la vez no diría nada. Muchos sentimientos encontrados en estos meses a los cuales algunos no sé ni ponerles nombre. Por momentos aún me brota la ira, la rabia y en otros siento aceptación, confianza y serenidad.
Tantos meses confinados y ahora me resisto a “desconfinarme” y creo que es normal o no. Lo que sé, es que es real.
En la publicación de junio del año pasado compartí que sentía un anhelo de la manera de vivir las fiestas antiguamente en el pueblo y que se había ido perdiendo. Cada barrio todos los vecinos creando “comunidad” compartían. Pienso que poco a poco nos hemos ido individualizando y me suena a falta de compromiso hacia uno mismo y hacia los demás.
Y me parece muy curioso que este año la vida nos diga: “No sabéis convivir en comunidad, pues tranquilos que os voy a individualizar por narices. Castigados sin fiestas y os podréis reunir un número determinado de personas”.
Esto me ha llevado a algo que he ido reflexionando durante todo el confinamiento. Ser “minimalista emocional”. Para los que no hayáis escuchado hablar del minimalismo creo que una frase que lo describe a la perfección es “menos es más”.
Durante la cuarentena nos bombardearon a noticias, audios, memes, retos, videollamadas… vamos que estábamos más ocupados que cuando vivíamos en la normalidad.
La situación es extrema: nos ha generado y creo que aún genera estrés. Como para que además le echemos más leña al fuego alimentándola con toda clase de basura externa. Me he podido ir dando cuenta que tanta saturación alteraba mucho mi estado mental, emocional y corporal.
Cuando nuestra vida es conducida desde el miedo o el estrés caminamos modo piloto automático como una veleta sin rumbo y somos incapaces de elegir. Se siente un duelo generalizado en el interior de cada persona y eso se palpa a nivel externo. Por todas las personas que hemos perdido, por no poder disfrutar de nuestras fiestas… Y esto es legítimo, no debemos olvidarlo y además es necesario darle espacio.
Pero desde la aceptación y presenciando el aquí y ahora vamos a intentar buscar el para qué de las situaciones y qué aprendizaje nos podemos llevar cada uno.
El tema del minimalismo que antes os comentaba parece que ahora nos toca realizarlo con las personas. Me va a tocar elegir y ser muy selectiva con quien quiero reunirme estos días. Porque hay un límite de “plazas” y parece que eso de los límites se nos resiste. Al menos por mi parte, siempre he sido de: lo quiero todo o no quiero nada.
Si te dijeran que después de la noche de San Juan, la más larga y mágica del año, se acaba el mundo ¿con qué 15 o 20 personas la querrías compartir?
A veces por ser unos “bienqueda”, porque nos acomodamos, porque es lo que hemos hecho todos los años me conformo y hago lo mismo, con los mismos. ¿Y si realmente no quiero eso y mi necesidad es otra? ¿me permito mi necesidad o me “acoplo” a la de los demás?
Qué importante es poder elegir libremente sin sentir culpa, elegir porque tengo claro qué es lo que me conviene. Elegir porqué esta situación, espacio o persona me nutre y yo la nutro, me aporta y yo aporto, me suma y no me resta. Porque estar en un lugar donde ya no te apetece, donde te aleja de tu esencia es una falta de amor hacia a ti y hacia el otro. Porque un encuentro desde un mandato que yo mismo me doy a mi parecer no es un encuentro real.
Pues algo que nos parece tan sencillo, para muchos de nosotros nos es complicado. Elegid bien, ser selectivos. Porque mi tiempo y compañía es oro. Y mi salud emocional y mental lo agradecerán. Bona Festa Major!
Montse Martínez / Terapeuta Gestalt
@diariodeunayonkiemocional