¡Llegó septiembre!, muchos adultos están deseando la vuelta a las clases y los niños seguramente no tanto.
Este verano en algún grupo de Facebook he leído en varias ocasiones como vecinos de Olesa mostraban su malestar ante el comportamiento que algunos adolescentes tenían hasta altas horas de la noche “liándola” sin dejar descansar a los vecinos.
No voy a defender que éstos hagan botellón, ensucien las calles, se droguen y menos que sean mal educados. Pero sí que os voy a compartir lo que yo pienso al respecto y como siempre basándome en mi experiencia personal.
El otro día una mujer llamó a la radio comentando que sentía preocupación por su hijo que se tiraba todo el día encerrado en su habitación en el ordenador “estudiando” (en teoría), y esa mujer hizo este comentario: “Me preocupa que mi hijo no se socialice, pero es mejor que esté en su habitación, a que esté golfeando por la calle.”
¿Perdona? A mi parecer ambos casos son comportamientos compulsivos y es lo mismo evadir fumando porros, que evadir con redes sociales, juegos de ordenador… así que ni mejor ni peor.
En muchos casos los chavales se han de enfrentar a unos padres que seguramente están todo el día trabajando, o tienen un estrés de dos pares de narices y no están presentes emocionalmente para sus hijos. Han de aguantar una enseñanza que para mí está obsoleta en la que, te enseñan a que si no apruebas “matemáticas” estás vendido en esta vida.
Yo veo a las nuevas generaciones como unos niños con mucho potencial. Son inteligentes, rápidos mentalmente, y traen mucho amor y creatividad para repartir. Estos niños nos están diciendo a gritos que ha de haber un cambio, un cambio en ti y un cambio en el sistema. Pero a los adultos esto les incomoda, y en muchos casos les dicen que padecen de TDA y toma pastillita para que no molestes. Por otra parte, nadie los ve, no los escuchan y menos aún les han enseñado inteligencia emocional de pequeños, así que señor@s ¡algo está pasando!
Estos chavales andan perdidos como una gallina sin cabeza, sin rumbo, sin encontrarle el sentido a la vida, sienten un vacío existencial que han de buscar afuera estímulos que los haga sentir vivos como alcohol, drogas, followers, comida, sexo, juego…
Por mi experiencia, creo que detrás de todo comportamiento abusivo hay sufrimiento.
Pero los adultos sólo ven que no les dejan dormir, que la policía no hace nada al respecto, que no hay discotecas en Olesa… seguimos tirando balones afuera y la queja alimenta nuestro ego.
Otra vez, reitero, no defiendo comportamientos incívicos, pero sí que siento mucha empatía por los adolescentes porque fue una etapa de mi vida en la que me sentí muy perdida y desamparada.
Mi mensaje es, lo primero de todo si eres padre y quieres un cambio en tu hijo no vale con que envíes a tu hijo a un especialista y lo mediques, el primer cambio has de ser tú, el comportamiento de tu hijo es la punta del iceberg, pero la raíz del asunto va más allá, hay que ver desde donde se produce esa reacción, qué es lo que genera ese comportamiento y seguramente que el punto de partida tenga que ver más en cómo se siente con el sistema familiar y social que lo rodea que con él en sí.
Para que haya un cambio en los niños y perdure, es necesario realizar cambios en el entorno, sino es como vaciar una maleta llena de piedras, por un lado, y volver a llenarla por otro.
Lo segundo, a toda aquella persona que tanto le irrita algo, ¿por qué no intenta aportar algo valioso para que haya un cambio en la sociedad? Si todos aportáramos un granito de arena para realizar un cambio en aquello que nos crea desconformidad la sociedad iría mejor. Y sobre todo sentir un poco de empatía por el prójimo, que nunca sabemos que es lo que está viviendo esa persona. Así que más ayudar y menos criticar, que ya no estamos en épocas de la vieja del visillo.
Todos somos personas buscando un mismo propósito, amar y ser amados, y nadie lo hace mejor o peor, simplemente lo hace como sabe. Y si tú tienes un plan mejor compártelo, puede que muchos agradezcan tu sabiduría.
Soy consciente de que no todo aquel que lea estas cuatro líneas va a ver el asunto desde mi punto de vista, pero estoy abierta a recibir vuestro feedback que estaré encantada de responder, al final expresar es libertad, y los valores de cada uno de nosotros tiene que ver con nuestra historia de vida. Y como de momento aquí y ahora creo que hay libertad de expresión, disfrutaré leyendo otros razonamientos.
Montse Martínez
Terapeuta Gestalt
www.diariodeunayonkiemocional.com